La acuicultura moderna, ya sea en la carcinicultura o en la piscicultura, opera en un entorno de alta competitividad. Por consiguiente, la búsqueda de eficiencia y optimización ya no es un mero diferenciador, sino una necesidad para la supervivencia y rentabilidad del negocio. Muchos productores asocian el aumento de la producción únicamente con la expansión del área; sin embargo, las mayores ganancias residen en la tecnología y la gestión. Realizar inversiones inteligentes para aumentar la productividad de forma astuta significa aplicar capital en áreas que generen el mayor retorno sobre la inversión (ROI), reduciendo costos, mitigando riesgos y mejorando la conversión.
Este artículo explora diez inversiones estratégicas que pueden transformar la operación de una granja acuícola, potenciando sus resultados por hectárea o metro cúbico.
La productividad no es el resultado de una única acción, sino la sinergia entre diversas áreas de la granja. Desde la gestión de datos hasta la calidad del agua, cada componente impacta directamente el resultado final del ciclo.
La inversión más crítica y con el mayor efecto multiplicador es la adopción de un software de gestión enfocado en acuicultura, como Despesca. La gestión basada en anotaciones de campo o hojas de cálculo descentralizadas es ineficiente y propensa a errores.
Un sistema centralizado permite un control riguroso de la producción (enlace a un artículo interno sobre gestión de producción en carcinicultura), integrando datos de biometrías, alimentación, parámetros de calidad del agua, costos e inventario. Esto transforma datos brutos en inteligencia de negocio, permitiendo que el productor identifique cuellos de botella, optimice el uso del alimento (el mayor costo de producción) y tome decisiones basadas en información precisa, en lugar de la intuición.
El ciclo productivo comienza con la elección del material genético. Invertir en postlarvas (PLs) de camarón o alevines de peces de laboratorios certificados, que invierten en mejora genética para resistencia a enfermedades (como PLs SPF – Specific Pathogen Free) y rápido crecimiento, es fundamental.
Aunque el costo inicial por animal pueda ser ligeramente superior, el retorno se manifiesta en tasas de supervivencia más altas, menor tiempo de ciclo y una mejor tasa de conversión alimenticia (FCA).
El alimento representa, en promedio, del 50% al 70% del costo de producción. Invertir en alimentos de alta digestibilidad y formulados específicamente para cada fase de vida del animal reduce el desperdicio y mejora la FCA.
Además, la «nutrición de precisión» implica no solo la calidad, sino la forma de alimentar. El uso de alimentadores automáticos (discutido a continuación) o la definición de regímenes alimenticios basados en la biomasa real (calculada por el software de gestión) y en los parámetros del agua evita la subalimentación o la sobrealimentación.
El oxígeno disuelto (OD) es frecuentemente el primer factor limitante en cultivos intensivos. Invertir en sistemas de aireación modernos y eficientes (como aireadores de paletas, sopladores o difusores de aire) permite una mayor densidad de animales por metro cuadrado.
Mantener niveles de OD estables e ideales (superiores a 4-5 mg/L) reduce el estrés de los animales, mejora la conversión alimenticia (ya que el animal gasta menos energía en respirar) y previene mortalidades masivas.
El manejo de la calidad del agua (enlace a un artículo interno sobre el manejo de la calidad del agua en piscicultura) es vital. La medición manual de parámetros (pH, amoníaco, nitrito, temperatura, OD) es laboriosa y ofrece solo una «foto» momentánea.
La inversión en sondas multiparamétricas y sensores con tecnología IoT (Internet de las Cosas) permite el monitoreo en tiempo real. Esto posibilita acciones correctivas inmediatas —como encender aireadores automáticamente cuando el OD baja— evitando pérdidas catastróficas, especialmente durante la noche.
Prevenir la entrada de patógenos es exponencialmente más barato que tratar una enfermedad ya establecida. Las inversiones en bioseguridad incluyen:
El mejor equipo es inútil si el personal no sabe operarlo correctamente. Invertir en formación continua sobre Buenas Prácticas de Manejo (BPMs), uso correcto del software de gestión (para garantizar la calidad de los datos ingresados), mantenimiento de equipos e identificación temprana de enfermedades es crucial. Un equipo bien capacitado es más eficiente, proactivo y comete menos errores operativos.
La acuicultura, especialmente con aireación intensiva, es una gran consumidora de energía eléctrica. Invertir en fuentes de energía alternativas, principalmente la solar fotovoltaica, puede reducir drásticamente los costos operativos fijos. Además, la sustitución de bombas y motores antiguos por modelos de alta eficiencia (o con inversores de frecuencia) optimiza el consumo y genera ahorros a mediano y largo plazo.
Como se mencionó en nutrición, los alimentadores automáticos son una de las grandes inversiones inteligentes para aumentar la productividad. Estos distribuyen el alimento en porciones más pequeñas y frecuentes a lo largo del día (y de la noche).
Esto mejora la absorción de nutrientes, reduce el desperdicio de alimento que se acumularía en el fondo, mejora la calidad del agua (menos materia orgánica en descomposición) y garantiza una mayor uniformidad del lote.
La productividad no termina cuando el animal alcanza el peso de cosecha; continúa hasta la venta. Invertir en una infraestructura de cosecha eficiente (redes adecuadas, «jaulas» de espera, bombas para pescado) reduce el estrés de la captura y los daños físicos a los animales.
Adicionalmente, una estructura post-cosecha adecuada, como máquinas de hielo (escama o bloque) y mesas de clasificación, garantiza el mantenimiento de la calidad del producto, resultando en una mejor valorización en el mercado.
De nada sirve invertir en aireación, alimento de alta calidad y genética de punta si el productor no puede medir el impacto real de estas acciones. El verdadero salto de productividad ocurre cuando estas inversiones son integradas y monitoreadas.
Un software de gestión, como Despesca, actúa como el sistema nervioso central de la granja. Permite al productor evaluar precisamente los costos de producción (enlace a un artículo interno sobre la importancia de la evaluación de costos de producción en acuicultura) de cada estanque, comparar el rendimiento de diferentes marcas de alimento o lotes de PLs, y entender el ROI de cada inversión realizada.
Realizar inversiones inteligentes para aumentar la productividad en la acuicultura exige una visión estratégica. No se trata de comprar el equipo más caro, sino de aplicar recursos en tecnologías y prácticas que optimicen el uso de insumos, reduzcan riesgos y mejoren la eficiencia operativa.
Comenzar por el control de la información —a través de un sistema de gestión robusto— es el primer y más importante paso para garantizar que todas las demás inversiones generen el retorno esperado, asegurando la competitividad y la sostenibilidad de la granja a largo plazo.