La gestión de residuos acuícolas representa uno de los mayores desafíos operativos y ambientales para los productores de peces y camarones. Una administración inadecuada no solo conlleva riesgos de contaminación y enfermedades, sino que también puede resultar en sanciones legales y pérdida de productividad. Sin embargo, con el enfoque correcto, lo que se percibe como un problema puede transformarse en una oportunidad, añadiendo valor y sostenibilidad al negocio.
La producción acuícola, por su naturaleza, genera residuos orgánicos e inorgánicos, principalmente a partir de alimento no consumido y excretas de los animales. Consecuentemente, la concentración de compuestos como nitrógeno y fósforo en el agua aumenta, lo que exige un manejo cuidadoso para evitar el deterioro de la calidad del ambiente de cultivo y del ecosistema circundante. Este artículo aborda las principales técnicas para el tratamiento y aprovechamiento inteligente de estos residuos.
La importancia de un plan de gestión de residuos va más allá del cumplimiento de las normativas ambientales. En primer lugar, la estabilidad del propio sistema de cultivo depende de ello. La acumulación de materia orgánica en el fondo de los estanques, por ejemplo, crea zonas anaeróbicas que liberan gases tóxicos, como el sulfuro de hidrógeno (H2S), que es altamente perjudicial para peces y camarones.
Además, la descarga de efluentes ricos en nutrientes en cuerpos de agua naturales puede causar la eutrofización, un fenómeno de proliferación excesiva de algas que reduce drásticamente el oxígeno disponible y afecta toda la vida acuática local. Por otro lado, una gestión eficiente fortalece la bioseguridad de la granja, disminuyendo la carga de patógenos y mejorando la salud general del plantel. Esto se refleja directamente en la reducción de costos de medicamentos y en la mejora de la tasa de conversión alimenticia.
Los residuos generados pueden categorizarse en dos grupos principales, cada uno requiriendo un enfoque de manejo específico:
Afortunadamente, diversas tecnologías y prácticas ya están consolidadas para manejar estos residuos de forma eficaz, transformándolos de pasivos ambientales en activos económicos.
El tratamiento del agua antes de su descarte o reutilización es fundamental. Una de las estrategias más eficientes es el uso de lagunas de sedimentación, donde el agua del estanque pasa por un tanque a baja velocidad, permitiendo que las partículas sólidas en suspensión decanten. El agua clarificada puede, entonces, ser dirigida para otros tratamientos o reutilizada.
Otro enfoque avanzado es la Acuicultura Multitrófica Integrada (AMTI). En este sistema, los residuos de una especie se convierten en alimento para otra. Por ejemplo, los efluentes de un cultivo de peces, ricos en nutrientes, pueden ser utilizados para irrigar el cultivo de microalgas o macroalgas, que a su vez filtran el agua y además pueden ser comercializadas. De manera similar, moluscos como ostras y mejillones pueden integrarse para filtrar la materia orgánica particulada.
El lodo removido del fondo de los estanques es un recurso valioso. Después del secado, este material puede ser tratado y utilizado de diversas formas:
El monitoreo preciso es la base para cualquier estrategia de gestión de residuos. Por lo tanto, la utilización de un software de gestión, como Despesca, es un diferencial competitivo. A través de la plataforma, el productor puede registrar y analizar sistemáticamente los parámetros de calidad del agua (se mantiene el enlace original como referencia, idealmente se enlazaría a una versión en español si existiera), correlacionándolos con la alimentación suministrada y el crecimiento de los animales.
Estos datos permiten identificar patrones y prever la generación de residuos, haciendo que la planificación del manejo sea mucho más eficiente. Además, el control riguroso sobre los costos de cada operación, desde la compra del alimento hasta el tratamiento del efluente, se simplifica. Con registros organizados, la granja también se prepara mejor para obtener certificaciones de sostenibilidad y sellos de calidad, que abren puertas a mercados más exigentes y rentables.
En resumen, la correcta gestión de residuos acuícolas ha dejado de ser solo una obligación ambiental para convertirse en un componente estratégico de la producción. La adopción de técnicas como lagunas de sedimentación, AMTI, compostaje y biodigestión, aunada al uso de herramientas de gestión como Despesca, permite que el productor no solo mitigue los impactos ambientales, sino que también cree nuevas fuentes de ingresos y optimice sus costos. Una producción sostenible es, sobre todo, una producción más inteligente, resiliente y rentable.